Jonás Trueba estrena en las salas francesas ‘Quién lo impide / Qui à part nous’, un viaje a través de las vidas de un pequeño grupo de jóvenes. Los pretéritos se entremezclan y las historias inventadas se confunden con el realismo. Con Trueba hemos hablado de su nueva obra, de la resiliencia en el cine, de la soledad y lo colectivo, de París.
Esda
¿Qué relación existe entre su filmografía y la juventud? ¿Entre su filmografía y la edad?
Trueba
Desde la primera película he ido retratando personajes más o menos de mi edad, he ido envejeciendo con mis personajes. En ‘Quién lo impide’, ‘Qui à part nous’ aquí en Francia, es la primera vez en la que hago una película donde retrato continuamente a personas mucho más jóvenes que yo, a las que doblo en edad. Con lo cual, yo ya hace tiempo que he dejado de ser joven.
En realidad, en mi primera peli ‘Todas las canciones hablan de mí’ (2010) ya retratábamos a veinteañeros, cerca de la treintena. Esa especie de treintena es lo que he estado retratando todos estos años. Entonces, esto era muy distinto porque hay un acercamiento a algo que me queda lejos, a esas personas nacidas a partir del Siglo XXI. Notas una cierta diferencia, pero soy de los que piensan que las cosas tienden a repetirse, y que son menos diferentes de lo que creemos.
Esda
En esta película los pretéritos se confunden, se entremezcla el futuro con el presente. ¿Hay una vocación consiente de esculpir el tiempo?
Trueba
El cine siempre trabaja el tiempo, lo retrata, lo captura, es un arte eminentemente temporal. En cualquier plano, secuencia e idea de montaje estás haciendo una relación clara y directa con el tiempo. Algunos cineastas lo hacen de forma más consciente y otros menos. En esta película yo no tenía la idea de trabajar el tiempo. Era más sobre lo inmediato, el tiempo presente de un grupo de jóvenes. Lo que pasa es que el tiempo presente se ha ido extendiendo. Hemos trabajado durante 5 años. Veníamos de hacer una película con algunos de ellos que era ‘La Reconquista’ (2016), en la que sí que se trabajaba el tiempo de manera más específica. Ahí confrontábamos una misma pareja cuando se reencuentran a los 30 años después de haber tenido un amor a los 15. En cambio, en ‘Quién lo impide’ me interesaban más los instantes precisos, todas estas secuencias que componen la película, que son muchas. Es una película que no nace de una idea fija de casi nada.
Esda
¿Nace quizás del deseo de no sistematizar?
Trueba
Desde luego era muy importante. Es algo que siempre he intentado, no sistematizar mucho. Encontrar para cada película un sistema propio, un microsistema de producción. Esto para mí siempre ha sido importante. Y en esta película también lo es, y mucho. Hay una voluntad muy clara de trabajar con esa libertad que te otorgan los pocos recursos. Yo digo que es una peli ‘unplugged’, sin equipo. Entonces diría que la premisa era más bien acercarme a un pequeño grupo de personas más jóvenes que yo, y de alguna manera ganarme su confianza y ser capaz de vivir, primero yo, una especie de inmersión con ellos para trasladar eso mismo al espectador en la sala. Al final el resultado es una película inmersiva porque eso es lo que me ocurre a mí estando con la cámara durante tanto tiempo, en tantos espacios, situaciones y momentos. Había una voluntad de ponerme yo al servicio de este grupo de jóvenes, de ver qué era lo que realmente necesitaban, qué les apetecía hacer, más que de pedirles a ellos que hicieran según qué cosas. Y una voluntad de sentir que yo era capaz de generar un espacio con la película, en el que pudieran ser ellos mismos, pero también equivocarse, contradecirse. Crear una película que fuera amplia para ver esas contradicciones.
Esda
Desde esa primera escena te sitúas dentro de la película, te conviertes en omnipresente. ¿Es una forma de comunicarle al público que es un proceso exploratorio propio?
Trueba
Sí, claro. La peli se abre con una escena casi programática. Y luego, en general, la película se mantiene abierta hasta el final. Es una peli en la que trataba de compartir con el espectador todo el proceso creativo de hacerla. Es decir, las dudas, los cambios, las incertidumbres, los arrebatos de lirismo que nos surgían de vez en cuando, las frustraciones... Creo que todo eso compone una peli que se está pensando a sí misma, que se está poniendo en cuestión todo el rato. No para hacer un artefacto intelectual sino porque naturalmente mostrar eso era una manera honesta de mostrar lo que estaba pasando. Es una película sobre estos jóvenes pero también es una película sobre hacer cine con jóvenes.
Esda
Has hablado de esa importancia de cederles ese espacio a los jóvenes. Imagino que había ahí existía un riesgo de sublimación, aunque no necesariamente negativo.
Trueba
Sí, es delicado, no te sabría decir. No tenía un libro de instrucciones de cómo hacerlo. En ese sentido la peli es imperfecta. Yo he intentado tratarles con respecto, dejarles ser ellos mismos. Hay algo que funciona a través de la afinidad, de la confianza. Yo siempre trabajaba así, en general con actores que son cercanos, amigos. En este caso no era igual por esta diferencia de edad pero al final hay un pequeño grupo al que te vas sintiendo más cercano, en el que comienza a surgir una confianza muy concreta, y finalmente vuelves a hacer una película entre amigos. Yo he intentado tratarles con mucha normalidad, y creo que ellos me han tratado a mí con normalidad. Hay gente que me ha dicho: “No, es que retratas a jóvenes demasiado inteligentes” y otros dicen “demasiado idiotas”, así que todo depende de quién lo mire. Para mí sí que había una cuestión de retratar a jóvenes que yo más o menos sentía que podía comprender. Me he hartado de decir que no quería hacer una película sociológica, ni he ido con una plantilla diciendo ‘check check check’.
Esda
Ha sido un proceso más orgánico.
Trueba
Claro, no he ido buscando un experimento sociológico o la representatividad. No, nada de eso estaba ahí. Era una necesidad más pequeña de filmar escenas cotidianas, de lograr una cierta verdad en ese acercamiento. Sí que es bonito esa idea de hacer una peli que tiene una duración épica en el sentido del tiempo que le dedica el espectador, siendo a la vez una peli súper pequeña. Esa contradicción me gusta.
"¿Cuál es la porción de intimidad y soledad que decidimos guardar para nosotros?"
Esda
La película retrata un abanico de sentimientos muy amplio. Hay una escena que recuerdo especialmente en la que un chico que no llegaba a aparecer dos minutos en pantalla contaba que no se sentía cómodo con sus amigos pero que al mismo tiempo tenía miedo de dejarlos por ese miedo a sentirse solo.
Trueba
Sí, es fuerte eso.
Esda
Al final es una forma clara de reflejar la soledad y esa culpa que uno siente en la renuncia al deseo.
Trueba
Sí, a mí ese testimonio también me impresionó mucho. Había muchos más testimonios así, de gente que de manera diferente acababan transmitiendo esta sensación de frustración, de soledad. Son cosas que tiene que ver con ese momento de la vida, con esa edad, pero a veces perviven siempre, más allá de esa edad. Y también tienen que ver precisamente con ese miedo a quedarse solo. O sea, la cuestión de la soledad y lo colectivo nos atraviesa a todas las personas toda la vida, y también atraviesa toda la película. Es decir, ¿cuál es el equilibrio que logramos durante la vida entre el grupo de amigos que conseguimos hacer, al que nos mantenemos fieles y por qué? ¿Cuál es la porción de intimidad y soledad que decidimos guardar para nosotros? A mí me pasa igual. Me apela muchísimo. Siempre tengo esta tensión. Para mí es muy interesante pensar la vida así. ¿Cuánto estás dispuesto a estar con los demás y cuánto estás dispuesto a estar tú solo? Y eso está en la peli, de diferentes maneras hay mucha gente que lo expresa. Es verdad que el testimonio de ese chico es muy claro en muy poco tiempo.
Esda
Esa cuestión de la soledad y lo colectivo también se muestra en esa escena final, con los protagonistas en torno a la mesa.
Trueba
Exacto. En esa secuencia larga hablan de vivir en sociedad. Uno dice: “No, yo viviría solo. Yo conmigo mismo me basto”. Y claro, no puede ser. Te guste o no es imposible estar solo, pretender vivir al margen del resto de la sociedad. Y esa cuestión de cómo vas a vivir con el resto de la sociedad, que es un tema violento que te arrincona, te hace sentir inseguro, es la gran cuestión. Al final es una película que trata un poquito de eso, de cómo vivir en sociedad, de cómo nos respetamos. Eso acaba emergiendo de una manera clara, como el gran tema de la película.
"La realidad a veces nos puede. El cine es una lucha contra la realidad".
Esda
Es cierto que hay muchos testimonios duros: depresión, frustración, soledad… Pero al mismo tiempo uno sale de la sala con optimismo, repitiéndose a sí mismo ese mantra de ‘Quién lo impide’.
Trueba
Fíjate que me hubiese gustado que fuese incluso más optimista. Pero ahí ya no puedes luchar tanto contra la realidad. La realidad a veces nos puede. El cine es una lucha contra la realidad. Estás haciendo una peli que se llama ‘Quién lo impide’ y viene la pandemia, y nos mete a todos en casa, y nos impide un montón de cosas. Con lo cual es verdad que la película tiene un regusto amargo, triste, de ponerte en guardia. De pronto, todas las cosas que entendemos como básicas se ponen en entredicho. Y aun así es verdad… consciente o inconscientemente, en las anteriores películas he intentado acabar un poco hacia arriba. Hay muchas películas de las que salimos devastados. Y claro, algunas me gustan mucho. Pero como que te quitan un poco las ganas de vivir. Y yo soy de los que pienso que, si puedo, si está en mis manos, intento que la película te saque del cine con ganas de hacer cosas. Es algo por lo que me preocupo pero que no siempre es posible, no siempre te sale. Hay veces que esa alquimia rara que es la película te permite de forma más coherente ir hacia ese optimismo y hay veces que no puedes. En ‘Quién lo impide’ es un poco ambiguo, pero me alegra que digas eso. Desde luego para muchos chavales el propio hecho de hacerla, de que exista más allá de que lleguen a una conclusión u otra, es una cuestión positiva.
Esda
Les ha dado la oportunidad de analizarse a sí mismos durante 5 años, de una forma muy artística.
Trueba
Sí, muy artística. Y luego, de pronto, la película les ha puesto en un lugar, les ha dado cierto subidón, les ha demostrado que te pones a hacer algo en tus ratos libres, con un poco de energía, y de repente puede salir algo, se puede construir algo. Y eso es lo que a mí me queda como mayor orgullo, que muchos de ellos vean la película, la piensen con perspectiva y digan, ‘joder, si se intentan hacer las cosas y pueden salir’. Y no hace falta tener un gran apoyo, porque ellos han visto la precariedad con la que se ha hecho la película.
Esda
La falta de recursos a veces como aliado pero también como una presión constante. En ocasiones has hablado de que haces películas en tus ratos libres. En este contexto a priori complicado, ¿cuál dirías que es tu faro como director?
Trueba
Creo que ha sido el cómo hacer cine en el tiempo en el que a uno le toca vivir. No engañarse. El cine genera falsas ideas, falsas ilusiones, frustraciones a tope. Y entonces, yo creo que mi faro y nuestro faro, hablo en plural porque siempre he ido trabajando con un mismo grupo de gente, ha sido sabernos adaptar bien a nuestras circunstancias. Ser en eso realistas. Por eso lo de ‘Los ilusos’. Siempre hemos trabajado con eso de ser un poco ilusos dentro de un contexto que es muy claro y que sabemos leer bien, porque creo que es crucial saber leer bien tus circunstancias.
Al final el cine es un arte materialista. Una película es una serie de personas y sus circunstancias. Lo que hemos venido haciendo es un cine posibilista, hemos ido creando una serie de ecosistemas de trabajo a lo largo de los años. Más que qué película queremos hacer en concreto, es cómo vivir haciendo películas. O cómo podemos hacer las películas que realmente queremos hacer, en un contexto no siempre fácil. Nuestra primera peli ya la comenzamos a hacer con la crisis de 2008, y esta peli termina de hacerse con la crisis de 2020. Hemos ido haciendo pelis siempre en crisis, con esa sensación muy presente, que ahora visto en perspectiva creo que nos ha hecho fuertes, nos ha obligado a no acomodarnos, a no dar nada por hecho. Y eso es de lo que me siento más orgulloso, de haber podido sacar las películas con cierta dignidad, con cierta coherencia a nivel de sistema de producción.
"en ciertas conversaciones con amigos, momentos inesperados - un paseo o una borrachera que te agarras - surge algo"
Esda
Esta película toma el título de una canción. Ahora estás editando con ‘Caballo de Troya’ en este periodo que tienes de 2 años. Imagino que la inspiración te llega por muchos lados. ¿La buscas?
Trueba
La literatura es una inspiración en todos los sentidos. Las lecturas que uno tiene o que va teniendo: libros, novelas, ensayos, poesía, filosofía… Siempre digo que para mí los libros y la música han sido para mí más fuente de inspiración que el cine. El cine lo disfruto más como espectador, pero prefiero muchas veces tomar una canción como fuente principal que una película en sí. Aunque, al final, intento no distinguir. Para mí todo el arte es pura vida, hecha por otras personas, que te lo comparten. Son trozos de su vida que pasan a formar parte de tu propia vida. Y con eso hacen las películas. Siempre lo he visto así. Al final, el arte es vida concentrada.
Pero la vida misma es eso. Yo siempre digo que en ciertas conversaciones con amigos, momentos inesperados - un paseo o una borrachera que te agarras - surge algo. Me pasó con ‘Los exiliados románticos’ (2015). Yo siempre decía, aunque la gente se lo tomaba como provocación, que es una peli que surgió de una borrachera y de la broma que había surgió en esa borrachera. Fue un ejercicio de tomarme la broma en serio. Ese día, en esa borrachera, había algo que era profundo. Está esa idea de la inspiración de que uno va caminando por la montaña y sonando Wagner… pero a veces en un pequeño bar con amigos se abre un mundo.
Esda
¿Y qué inspiración encuentras aquí en Francia?
Trueba
Joder, son tantas cosas que es difícil. Casi parece un tópico decirlo, un cliché, pero la relación de España con Francia siempre ha estado ahí. Es un país vecino, cercano, con el que siempre hemos tenido muchas cosas en común. De hecho, en mi casa y mi tradición familiar, por mi padre, la cultura francesa siempre ha estado casi más presente que la española. Ahora más mayor, me veo aprendiendo de la cultura española todo lo que quizás no aprendí de joven. Me pasa con el cine, me digo a mí mismo “es que he leído más cosas del cine francés que del español”. Puede parecer un poco ‘snob’, incluso ridículo, pero en mi caso es algo natural, vino dado así de casa. Entonces, curiosamente, para mí venir aquí es un poco estar en casa.
Además, para un cineasta sigue siendo el centro del mundo porque París en concreto es la ciudad donde hay más concentración de salas de cine y de películas. Eso siempre es muy excitante para mí. Muchas veces pienso en París y en la cantidad de cines a los que me gustaría ir todas las semanas. Tú que vives aquí lo disfrutas, pero yo tengo solo unos días. Y luego, por ejemplo, esta semana he ido a ver los Nenúfares de Monet, que son una maravilla. Aunque eso no quita que en España tenemos las Meninas. Pero sí, aquí existen cosas como el museo Rodin que son muy especiales para mí. Pero bueno, yo diría que es el cine, una tradición con el cine entendido con la sala, con el cine de barrio. Esa apuesta de Estado de sostener las salas de cine entendiendo que forma parte de esa diversidad cultural europea de la que se habla tanto y que creo que en España es un concepto que no acaba de entenderse, de respetarse. Y aquí sí.